

Día de Muertos en la Huasteca Potosina
Cada año, desde septiembre a noviembre, en la Huasteca Potosina celebramos Xantolo, una festividad del Día de Muertos con raíces en tradiciones prehispánicas que significa “Fiesta de las Ánimas”. Esta conmemoración se manifiesta a través de diversas expresiones artísticas como la danza, la música, el teatro y la pintura.
Xantolo representa una vivencia espiritual y cultural profundamente arraigada, que refleja el vínculo entre los vivos y sus antepasados, y mantiene vigente la identidad de la región al celebrar el ciclo de la vida y la muerte desde la memoria colectiva.

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Dentro de las festividades del Xantolo, el altar ocupa un lugar central, ya que representa el vínculo sagrado entre el mundo terrenal y el espiritual. Funciona como un canal por el cual las almas de los seres queridos pueden regresar durante estos días especiales.
En las comunidades de la Huasteca que viven esta tradición, el altar no es solo una decoración, sino una expresión profunda de la relación entre la vida y la muerte, así como del viaje espiritual que realizan las almas en busca de descanso. Cada componente del altar está cuidadosamente elegido y dispuesto, cargado de simbolismo, con la finalidad de guiar, rendir tributo y dar la bienvenida a los difuntos.
Xantolo contempla una serie de fechas simbólicas dentro de su calendario de celebraciones:
28 de septiembre
Primera ofrenda y ritual de bajada de máscaras
Considerado para muchos como la primera fecha significativa, ya que ese día se coloca la primera ofrenda dedicada a San Miguel Arcángel y se sahúma la casa con copal. Además, los participantes de las comparsas de huehues —término náhuatl que significa “viejos”— realizan un ritual acompañado de rezos para poder sacar las máscaras que han estado guardadas en el tapanco.
Cada miembro lleva su propia ofrenda, y algunos incluso incluyen la fotografía del difunto al que dedicarán el baile. Después, bailan frente al altar y purifican con copal a todos los integrantes de la comparsa. También se elige al capitán y a los personajes principales, como el diablo y el charro.
28 de octubre
Arco y bienvenida a los difuntos que fallecieron de forma violenta
En este día se lleva a cabo el montaje del altar, destacando un arco elaborado con cuatro varas cubiertas con estribillo, palmilla o limonaria, y decorado con ramos y collares de cempasúchil y bojolillo, así como flores de mano de león. Simboliza la entrada al mundo de los muertos. Junto al arco se colocan siete travesaños que representan los siete ríos que las almas deben cruzar para purificarse. En el centro del altar se disponen las fotografías de los difuntos, sus ofrendas y un sendero de pétalos de cempasúchil que va desde el arco hasta la entrada de la casa, acompañado de copal, que sirve para limpiar espiritualmente y guiar al alma hacia la ofrenda.
Además, se colocan velas y veladoras, que suelen ubicarse sobre un tronco de plátano; esta luz tiene la función de iluminar el camino.
29 de octubre
Día dedicado a los ahogados
Como lo sugiere su nombre, está destinado a honrar con ofrendas a quienes fallecieron por ahogamiento. También marca el inicio de los preparativos de los huehues, quienes solicitan permiso a las almas para comenzar a representarlas mediante sus trajes y máscaras.
Aquellas que han sido olvidadas, por cualquier motivo, pueden encontrar refugio en los hogares Huastecos, donde las familias colocan una vela solitaria en el altar, separada de las demás que van en el tronco de plátano, dedicada a esas almas que no tienen un lugar a dónde ir.
31 de octubre
Día para las almas en el limbo
Las ofrendas y rituales de este día están dirigidos a las almas de aquellos que no llegaron a nacer o que no recibieron el bautismo. Por ello, los altares se adornan con dulces, juguetes y otros objetos pensados para atraer a los niños.
Asimismo, en el municipio de Axtla de Terrazas se realiza la ceremonia del cambio de bastón de mando, un acto simbólico entre los ancianos de la comunidad.
1 de noviembre
Día de todos los Santos
Este día está especialmente dedicado a los niños, quienes, por su pureza, son considerados santos. Los huehues comienzan a recorrer las calles, danzando frente a los altares en honor a las almas infantiles. A partir del mediodía, el estallido de cohetes anuncia la llegada de los espíritus, quienes vienen a recoger las ofrendas. Los niños salen de sus casas a “chichiliquear”, es decir, a tomar los dulces, chocolates, panes, frutas y otros alimentos que las familias han colocado en los altares para los pequeños difuntos.
Es una jornada de alegría, abundante comida y celebración. El ambiente festivo se percibe en las calles, impregnadas con el aroma del cempasúchil, mientras los sonidos del violín y la jarana llenan el aire con los tradicionales sones de los huehues.
El sendero de pétalos guía a los niños directamente hacia los arcos colocados en los hogares, donde toman las ofrendas. Existe la creencia de que no se debe dar las gracias por ellas, ya que se considera que los vivos prestan su cuerpo para que los difuntos disfruten de las ofrendas a través de ellos.
2 de noviembre
Día de los Fieles Difuntos
Al igual que el día anterior, esta jornada es una celebración, pero en esta ocasión las ofrendas en el altar o arco están dedicadas a las ánimas adultas. Se incluyen bebidas alcohólicas como el tradicional jobito, así como cerveza, tequila, mezcal o cualquier licor preferido por el difunto, además de cigarros y platillos que en vida eran sus favoritos.
En este día, las familias también trasladan las ofrendas a los panteones. Desde muy temprano, se organizan para llevar comida y convivir junto a las tumbas de sus seres queridos. Limpian, decoran con flores y, entre las tumbas, los huehues bailan, creando un ambiente lleno de alegría y recuerdo.
Al mediodía, los cohetes estallan anunciando la llegada de las almas adultas, que comienzan a levantar las ofrendas. El aroma del copal llena las calles, mezclado con el de los tamales y el chocolate recién preparado.
La festividad del Día de Muertos continúa durante toda la jornada, e incluso se prolonga por varios días más en la Huasteca potosina. Las danzas de los huehues siguen con fuerza; no cesan los sonidos del chirrión y el cuerno de toro, que simbólicamente despiertan a las ánimas de su descanso.
El Xantolo no es solo una tradición; es una manifestación viva del alma Huasteca, un puente entre el presente y el pasado que reafirma la conexión con los seres queridos que han partido. A través de sus danzas, altares, aromas y sonidos, esta festividad transforma la muerte en un acto de memoria, amor y comunidad. Cada fecha del calendario ritual tiene un significado profundo que honra a diferentes tipos de ánimas, recordándonos que, en la Huasteca Potosina, ninguna alma es olvidada. Así, año con año, la región se llena de color, música y espiritualidad, preservando un legado ancestral que sigue latiendo con fuerza en el corazón de su gente. El Xantolo es, sin duda, una celebración que trasciende el tiempo y da vida a la muerte.



